PARROQUIA EL JUNQUITO: TODO EMPEZÓ EN LA LAGUNA
julio 24, 2016449: CRÓNICAS PARROQUIALES
Mientras las bestias tomaban agua, los
arrieros ajustaban los amarres. Por esta razón la laguna también era conocida
como un apretadero. Estaba llena en sus entornos de una planta pequeña, de
tallo verde intenso, recto y puntiagudo y en apariencia muy rígido. Alguien
comentó que esa mata se llamaba junco, pero como las mulas y burritos la comían
y la dejaban muy corta la gente comenzó a llamarla junquito, y el sitio comenzó
a ser llamado Laguna de Junquitos. Ese nombre le quedó a una región declarada
parroquia el 8 de junio de 1987. El nombre científico de esta mata es Juncus
effusus y es posible hallarla aquí en parajes húmedos.
A mediados de los
años 30 llegó don Emilio Castillo con su familia. Era un negro alto y serio que
fabricó su casa cerca de la laguna. Era un verdadero alarde de valor para una
familia procedente de Barlovento, o de alguna región más oriental,
residenciarse en un sitio tan frío que el agua amanecía cuajada en los aleros
de las casas y, a veces, para sacarla de los pipotes había que romper la
escarcha de la superficie.
En 1938 se fundó la
Escuela de Policías. Así que comenzaron a pasar muchas personas, sobre todo
estudiantes y sus familiares, junto a la laguna y frente a la casa del señor
Emilio Castillo, quien tuvo la idea de sacar un gran caldero y freír trozos de
carne de cochino para venderlos en platos de peltre. Le comenzó a ir bien y
pronto tuvo competencia, hasta el punto que hoy en día esa manera de preparar
esta carne se conoce con el nombre de cochino frito tipo Junquito.
Hay muchos personajes relacionados con
El Junquito; por ejemplo, el general Isaías Medina Angarita. En 1942, siendo
Presidente de Venezuela, mandó a construir su casa de campo en el Kilómetro 22.
Era un hombre amable que gustaba de salir a caminar por los alrededores con una
cobija sobre los hombros, que obsequiaba a familias humildes. También regalaba
algo sumamente difícil de conseguir en aquellos años en estas tierras: pescado
fresco. En una ocasión, pasaba frente a su casa un hombre con varios caballos y
el General le propuso que se los alquilara. El jinete, que se llamaba Jesús
“Chuchú” Meneses, se extrañó mucho de que alguien quisiera alquilar caballos,
pero accedió y así el General pudo pasear a sus hijos. “Chuchú” Meneses no
sabía cuánto cobrar, entonces el General le dio 5 reales (2 bolívares con 50
céntimos), que era un dineral. Desde entonces, el General y otras familias
volverían para alquilar caballos.
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